Hasta una institución tan seria como la Real Academia Española se está contagiando de ese falso progresismo hoy imperante, por culpa del cual la mayoría de las cosas aparecen adulteradas, deformadas y carentes de los principios rectores originarios.
Con algunas de las últimas incorporaciones al DRAE, la Academia sigue mostrando, como lo viene haciendo en los últimos años, que no limpia, fija lo que no debe, y mucho menos da esplendor. Los académicos se han empeñado en hacerle la competencia al diccionario de María Moliner, y así, ya no tenemos un diccionario normativo de referencia, porque el DRAE se ha convertido de un diccionario de uso bis.