Soneto de Apolo y Dafne (soneto XIII, Garcilaso de la
Vega)
A Dafne ya los brazos
le crecían
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11A
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y en luengos ramos
vueltos se mostraban;
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11B
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En verdes hojas
vi que se tornaban
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11B
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Los cabellos que el
oro escurecían;
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11A
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5
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de áspera corteza
se cubrían
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los tiernos miembros
que aún bullendo estaban;
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11B
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los blancos pies en
tierra se hincaban
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11B
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y en torcidas raíces
se volvían.
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11A
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Aquel que fue la causa de tal daño,
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11C
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a fuerza de llorar,
crecer hacía
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este árbol, que con lágrimas regaba.
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11E
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¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
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que con llorarla crezca cada día
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11D
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la causa y la razón por que lloraba!
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11E
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Comentario del
texto
1. Localización
y tema:
Se trata de
uno de los más famosos sonetos de Garcilaso de la Vega, gran poeta renacentista
español de la primera mitad del siglo XVI, que introdujo en España, junto con
su amigo Juan Boscán, el gusto por las nuevas formas métricas y por la temática
de la poesía italiana del Renacimiento.
En este
soneto, Garcilaso recrea el mito de Apolo y Dafne. La ninfa Dafne se convierte
en árbol para librarse del enamorado Apolo, al cual ella no quería. Se trata,
por tanto, de un tema de amor – desamor.
2. Estructura
métrica:
Como se puede
ver, se trata de un soneto: catorce versos repartidos en dos cuartetos y dos
tercetos.
Desde el punto
de vista métrico, todos los versos son endecasílabos (de 11 sílabas). Hace
todas las sinalefas excepto en los versos 5º y 7º, que hay sendas dialefas, es
decir, no se hace la sinalefa:
verso 5º: de /
áspera (no hay sinalefa entre de y áspera).
verso 7º: se /
hincaban (aquí, la falta de sinalefa puede ser debido a que la h de hincaban
seguía siendo aspirada).
La rima es
consonante, como corresponde a los cuartetos y tercetos que componen los
sonetos. En los tercetos no se da el encadenamiento, sino que hay tres rimas
distintas que se repiten en orden dos a dos. La parte que rima de cada verso
está subrayada.
3. Comprensión
del texto y estructura del contenido:
El soneto no
tiene problemas importantes de comprensión, si bien, convendría explicar el
significado de tres palabras:
- En el verso
2º, el adjetivo luengos, poco usado
actualmente. Es sinónimo de largos.
- En el verso
4º, el verbo escurecían. Se decía así
en la época de Garcilaso. Hoy decimos oscurecían.
- En el verso
12º, la palabra tamaño. Fijémonos en
que va acompañando al sustantivo mal,
y, por tanto, es un adjetivo. Significa tan
grande. Es decir: ¡oh mal tan grande!
En cuanto a la
estructura, el soneto se divide claramente en dos partes:
1ª parte: los
dos cuartetos. Tratan de la transformación de Dafne en árbol.
2ª parte: los
dos tercetos. Lamentos de Apolo por la transformación (metamorfosis) de Dafne.
Las lágrimas de Apolo son como agua de riego, y hacen que Dafne sea cada vez
más árbol.
4. Comentario
literario:
a) Cuartetos
En cada dos
versos de los cuartetos se habla de la transformación de una parte del cuerpo
de Dafne:
Versos 1º y 2º:
los brazos > luengos ramos
Versos 3º y 4º:
verdes hojas < cabellos
En este primer
cuarteto, los brazos se transforman en luengos ramos, y los cabellos, en verdes
hojas. Nótese que brazos y cabellos (partes del cuerpo de Dafne) están en los
versos exteriores del cuarteto, mientras que aquello en lo que se convierten está
en los versos interiores del cuarteto. Aquí hay, por tanto, un quiasmo
(estructuras cruzadas). También podemos observar que las palabras ramos y hojas van acompañadas de sendos epítetos: luengos y verdes (típica función ornamental del
epíteto). Además, tenemos una
metáfora tópica e hiperbólica referida a los cabellos: que el oro escurecían. Es tópica porque en el Renacimiento y en el
Barroco es muy frecuente la identificación del cabello de la dama con el oro
(la dama es rubia: ser rubia es una parte del ideal de belleza femenina en el Renacimiento). Es
hiperbólica porque se trata de una exageración: si los cabellos hacían
oscurecer al oro es porque relucían más que el oro. Hay, por tanto, una
hipérbole para poner de manifiesto la hermosura de Dafne.
Versos 5º y 6º: áspera corteza < tiernos miembros
Versos 7º y 8º: blancos pies > torcidas raíces
En el segundo
cuarteto, también hay quiasmo, pero al revés que en el primero. Aquí, las
partes del cuerpo de Dafne (miembros y pies) están en los versos internos del
cuarteto, mientras que aquellas cosas en lo que se convierten están en los versos
exteriores. Hay que resaltar en este cuarteto que, tanto las partes del cuerpo
de Dafne como aquellas cosas en las que se convierten, van acompañadas de
epítetos: tiernos miembros, blancos pies; áspera corteza, torcidas
raíces. Los epítetos que se refieren al cuerpo de Dafne tienen connotaciones positivas:
tiernos y blancos; mientras que los epítetos que se refieren a aquello en lo
que se convierten tienen connotaciones negativas: áspera y torcidas. Con
estas connotaciones podemos interpretar que el poeta o narrador de la historia
siente un gran pesar por la metamorfosis de Dafne: Dafne es hermosa, pero no es
tan hermoso aquello en lo que se está convirtiendo.
Como esa
metamorfosis que está padeciendo Dafne es un proceso, que dura un tiempo, los
verbos de los cuartetos referidos a la metamorfosis son pretéritos imperfectos
de indicativo (tiempo verbal adecuado para indicar duración en el pasado); y,
además, constituyen la rima, lo cual hace que sean más perceptibles.
b) Tercetos
Los dos
tercetos recrean el mismo hecho: la desesperación de Apolo por la
transformación de Dafne. Esa transformación o metamorfosis le va a impedir
cumplir su deseo: que Dafne sea suya.
No existe una
referencia directa a Apolo. En el soneto, el poeta se refiere a él con una
perífrasis que aparece en el primer verso del primer terceto: aquel que fue la causa de tal daño. Para saber que con este verso
el poeta se está refiriendo al dios Apolo, hay que conocer este mito.
La
desesperación de Apolo se pone de manifiesto con su llanto, con sus lágrimas,
las cuales, a modo de burla, contribuyen a la transformación de Dafne en árbol:
a fuerza de llorar, crecer hacía este
árbol, que con lágrimas regaba.
Los verbos llorar y crecer,
situados en el centro de ambos tercetos, son el eje de los tercetos, marcan el
tema de los mismos (están en los versos 10º y 13º). Con estos dos verbos, se crea un círculo
vicioso: al llorar, Apolo riega el árbol en el que se está convirtiendo Dafne, y el árbol crece.
Este hecho hace aumentar la desesperación de Apolo, que le produce más llanto.
En el segundo
terceto, el lamento y desesperación de Apolo es quizá mayor, ya que va de forma
exclamativa. En consonancia con esto podemos observar otra hipérbole: las
lágrimas de Apolo, producidas por la desesperación que le produce la
metamorfosis de Dafne, tienen que ser abundantísimas para que puedan hacer las
veces de agua de riego.