sábado, 6 de junio de 2020

Garcilaso de la Vega, Soneto de Apolo y Dafne (comentario de texto)


Soneto de Apolo y Dafne (soneto XIII, Garcilaso de la Vega)

A Dafne ya los brazos le crecían
11A

y en luengos ramos vueltos se mostraban;
11B

En verdes hojas vi que se tornaban
11B

Los cabellos que el oro escurecían;
11A



5
de áspera corteza se cubrían
11A

los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
11B

los blancos pies en tierra se hincaban
11B

y en torcidas raíces se volvían.
11A




Aquel que fue la causa de tal daño,
11C
10
a fuerza de llorar, crecer hacía
11D

este árbol, que con lágrimas regaba.
11E




¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
11C

que con llorarla crezca cada día
11D

la causa y la razón por que lloraba!
11E

Comentario del texto
1.      Localización y tema:
Se trata de uno de los más famosos sonetos de Garcilaso de la Vega, gran poeta renacentista español de la primera mitad del siglo XVI, que introdujo en España, junto con su amigo Juan Boscán, el gusto por las nuevas formas métricas y por la temática de la poesía italiana del Renacimiento.
En este soneto, Garcilaso recrea el mito de Apolo y Dafne. La ninfa Dafne se convierte en árbol para librarse del enamorado Apolo, al cual ella no quería. Se trata, por tanto, de un tema de amor – desamor.
2.      Estructura métrica:
Como se puede ver, se trata de un soneto: catorce versos repartidos en dos cuartetos y dos tercetos.
Desde el punto de vista métrico, todos los versos son endecasílabos (de 11 sílabas). Hace todas las sinalefas excepto en los versos 5º y 7º, que hay sendas dialefas, es decir, no se hace la sinalefa:
verso 5º: de / áspera (no hay sinalefa entre de y áspera).
verso 7º: se / hincaban (aquí, la falta de sinalefa puede ser debido a que la h de hincaban seguía siendo aspirada).
La rima es consonante, como corresponde a los cuartetos y tercetos que componen los sonetos. En los tercetos no se da el encadenamiento, sino que hay tres rimas distintas que se repiten en orden dos a dos. La parte que rima de cada verso está subrayada.
3.      Comprensión del texto y estructura del contenido:
El soneto no tiene problemas importantes de comprensión, si bien, convendría explicar el significado de tres palabras:
- En el verso 2º, el adjetivo luengos, poco usado actualmente. Es sinónimo de largos.
- En el verso 4º, el verbo escurecían. Se decía así en la época de Garcilaso. Hoy decimos oscurecían.
- En el verso 12º, la palabra tamaño. Fijémonos en que va acompañando al sustantivo mal, y, por tanto, es un adjetivo. Significa tan grande. Es decir: ¡oh mal tan grande!
En cuanto a la estructura, el soneto se divide claramente en dos partes:
1ª parte: los dos cuartetos. Tratan de la transformación de Dafne en árbol.
2ª parte: los dos tercetos. Lamentos de Apolo por la transformación (metamorfosis) de Dafne. Las lágrimas de Apolo son como agua de riego, y hacen que Dafne sea cada vez más árbol.
4.      Comentario literario:
a)      Cuartetos
En cada dos versos de los cuartetos se habla de la transformación de una parte del cuerpo de Dafne:
Versos 1º y 2º: los brazos > luengos ramos
Versos 3º y 4º: verdes hojas < cabellos
En este primer cuarteto, los brazos se transforman en luengos ramos, y los cabellos, en verdes hojas. Nótese que brazos y cabellos (partes del cuerpo de Dafne) están en los versos exteriores del cuarteto, mientras que aquello en lo que se convierten está en los versos interiores del cuarteto. Aquí hay, por tanto, un quiasmo (estructuras cruzadas). También podemos observar que las palabras ramos y hojas van acompañadas de sendos epítetos: luengos  y verdes (típica función ornamental del epíteto). Además, tenemos una metáfora tópica e hiperbólica referida a los cabellos: que el oro escurecían. Es tópica porque en el Renacimiento y en el Barroco es muy frecuente la identificación del cabello de la dama con el oro (la dama es rubia: ser rubia es una parte del ideal de belleza femenina en el Renacimiento). Es hiperbólica porque se trata de una exageración: si los cabellos hacían oscurecer al oro es porque relucían más que el oro. Hay, por tanto, una hipérbole para poner de manifiesto la hermosura de Dafne.
Versos 5º y 6º: áspera corteza < tiernos miembros
Versos 7º y 8º: blancos pies > torcidas raíces
En el segundo cuarteto, también hay quiasmo, pero al revés que en el primero. Aquí, las partes del cuerpo de Dafne (miembros y pies) están en los versos internos del cuarteto, mientras que aquellas cosas en lo que se convierten están en los versos exteriores. Hay que resaltar en este cuarteto que, tanto las partes del cuerpo de Dafne como aquellas cosas en las que se convierten, van acompañadas de epítetos: tiernos miembros, blancos pies; áspera corteza, torcidas raíces. Los epítetos que se refieren al cuerpo de Dafne tienen connotaciones positivas: tiernos y blancos; mientras que los epítetos que se refieren a aquello en lo que se convierten tienen connotaciones negativas: áspera y torcidas. Con estas connotaciones podemos interpretar que el poeta o narrador de la historia siente un gran pesar por la metamorfosis de Dafne: Dafne es hermosa, pero no es tan hermoso aquello en lo que se está convirtiendo.
Como esa metamorfosis que está padeciendo Dafne es un proceso, que dura un tiempo, los verbos de los cuartetos referidos a la metamorfosis son pretéritos imperfectos de indicativo (tiempo verbal adecuado para indicar duración en el pasado); y, además, constituyen la rima, lo cual hace que sean más perceptibles.
b)     Tercetos
Los dos tercetos recrean el mismo hecho: la desesperación de Apolo por la transformación de Dafne. Esa transformación o metamorfosis le va a impedir cumplir su deseo: que Dafne sea suya.
No existe una referencia directa a Apolo. En el soneto, el poeta se refiere a él con una perífrasis que aparece en el primer verso del primer terceto: aquel que fue la causa de tal daño. Para saber que con este verso el poeta se está refiriendo al dios Apolo, hay que conocer este mito.
La desesperación de Apolo se pone de manifiesto con su llanto, con sus lágrimas, las cuales, a modo de burla, contribuyen a la transformación de Dafne en árbol: a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol, que con lágrimas regaba.
Los verbos llorar  y crecer, situados en el centro de ambos tercetos, son el eje de los tercetos, marcan el tema de los mismos (están en los versos 10º y 13º). Con estos dos verbos, se crea un círculo vicioso: al llorar, Apolo riega el árbol en el que se está convirtiendo Dafne, y el árbol crece. Este hecho hace aumentar la desesperación de Apolo, que le produce más llanto.
En el segundo terceto, el lamento y desesperación de Apolo es quizá mayor, ya que va de forma exclamativa. En consonancia con esto podemos observar otra hipérbole: las lágrimas de Apolo, producidas por la desesperación que le produce la metamorfosis de Dafne, tienen que ser abundantísimas para que puedan hacer las veces de agua de riego.

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